En el canal B2B, la experiencia del socio no se construye únicamente a partir del producto o del precio. En la práctica diaria, lo que define la relación es la capacidad de operar sin fricción.
Procesos de facturación confusos, pagos mal identificados o validaciones poco claras generan retrasos, reprocesos y desgaste operativo, incluso cuando existe una relación comercial sólida y un negocio viable.
La fricción financiera no siempre se percibe como un problema de experiencia del cliente, pero lo es. Cada aclaración pendiente, cada factura incorrecta o cada pago no reconocido introduce incertidumbre y consume tiempo operativo que el distribuidor podría dedicar a vender o crecer.
¿Cómo funciona la facturación en Daisytek?
Daisytek opera bajo un esquema de facturación electrónica alineado con las disposiciones fiscales del SAT, lo que permite trazabilidad documental, acceso continuo a comprobantes y coherencia entre la operación comercial y el cumplimiento fiscal.
En este contexto, la factura deja de ser un punto de conflicto administrativo y se convierte en un soporte operativo que da certidumbre a ambas partes.
A esto se suma la validación estricta de los métodos de pago, vinculados al titular de la factura y gestionados bajo plazos definidos. Lejos de ser una barrera, este control responde a una lógica de seguridad financiera: reduce errores contables, evita pagos no reconocidos y minimiza reprocesos que suelen deteriorar la relación entre distribuidor y mayorista.
Cuando las reglas son claras —plazos, medios de pago, liberación de pedidos— la operación deja de depender de excepciones o improvisaciones. El distribuidor puede anticipar flujos, ordenar su tesorería y planear compras con mayor precisión, manteniendo continuidad operativa incluso en periodos de alta demanda.
Más que una política interna, el orden financiero funciona como una capa silenciosa de experiencia B2B. No siempre se nota cuando está bien diseñado, pero se vuelve evidente cuando falla. En Daisytek, estos procesos no solo se cumplen, sino que se hacen visibles para el distribuidor, permitiendo que cada operación sea clara, predecible y auditable.
En un entorno donde la confianza se construye en la ejecución cotidiana, eliminar la fricción financiera no es un detalle administrativo: es una ventaja competitiva.



































